Origen: Francia, encargada por el duque Jean de Berry
Formato: cm 21,3 x 29,2, 416 páginas
Miniaturas: 65 miniaturas a toda página y 65 miniaturas en el texto, 266 mayúsculas miniadas y más de 2.700 iniciales doradas
Oro: Oro en lámina y en polvo
Pintor: Los hermanos Limbourg y Jean Colombe
Encuadernación: Cuero marroquí de color rojo con impresiones en oro
Presentación: Facsímil en estuche en madera con cortes dorados - volumen de estudio en Español en el mismo estuche del facsímil
Tirada: 550 ejemplares
LA OBRA
(Bibliothèque du Château de Chantilly, Ms. 65)
Las Très Riches Heures del Duque de Berry, obra maestra de la miniatura flamenca, representan la creación más famosa de todos los tiempos en el campo de la ilustración de libros. Se trata de un códice excepcional, realizado a comienzos del siglo XV por los tres principales miniadores de la época, los hermanos Limbourg, y destinado a ser el orgullo de la biblioteca de Jean de Berry, en la que se guardaban más de trescientas obras maestras.
Cada página presenta una decoración de estupefaciente riqueza y variedad. Sus 208 hojas albergan de hecho más de tres mil iniciales doradas y nada menos que 130 miniaturas iluminadas con oro y plata, entre las que se encuentran las doce celebérrimas imágenes del Calendario, marcadas por un sentido de la armonía entre el hombre y la naturaleza.
Las Três Riches Heures del Duque de Berry constituyen el culmen absoluto de la miniatura europea entre el crepúsculo del Gótico y los albores del Renacimiento y son la obra maestra absoluta de Herman, Paul y Jean de Limbourg. Los tres hermanos de Nimega trabajaron en la decoración del códice entre 1411 y 1416, año en el que fallecieron por causas desconocidas, tal vez a causa de una epidemia de peste. A su muerte el códice quedó incompleto. Lo concluiría hacia 1485, por encargo del Duque de Saboya, Carlos I, otro excelente maestro de la miniatura, Jean Colombe. Jean de Berry fue un hombre de vasta cultura, además de un gran bibliófilo y experto coleccionista de antigüedades, tapices, monedas, joyas, relicarios, camafeos y retratos de soberanos, conocidos hoy en día gracias al minucioso inventario de sus colecciones que mandó redactar al bibliotecario Robinet d'Etampes.
La fascinación que emana de las miniaturas de los hermanos Limbourg es inmediata y apasionante, y le abre las puertas al espectador a un mundo que parece encantado. Gracias a la sabia maestría cromática y compositiva de los tres hermanos y a su agudo espíritu de observación, reviven entre las páginas del códice los pasatiempos de las cortes y las humildes labores del campo, la impresionante belleza del paisaje rural y la poderosa presencia de castillos y ciudades amuralladas, las fastuosas vestimentas de la alta sociedad francesa y la sencilla indumentaria de los campesinos.